¿Cómo afecta la construcción a la naturaleza?

En mayor o menor medida, todas las actividades realizadas por los humanos tienen un impacto medioambiental que no siempre es fácil de reducir y la construcción no es una excepción.

Las consecuencias sobre la naturaleza de la construcción de, por ejemplo, un edificio, se podrían concentrar en tres grupos: uso de recursos naturales, generación de residuos contaminantes y emisión y transformación del medio en el que se edifica.

  • Uso de recursos naturales. La construcción de dicho edificio requiere de elementos procedentes de la tierra de lo más variados. En primer lugar, están las materias primas necesarias para fabricar todos los materiales y productos para edificar como puede ser la madera, piedra, arena, fibra, celulosa, hierro, aluminio, cobre, etc. En segundo lugar, es necesario disponer de recursos durante el proceso de fabricación y elaboración de los materiales como, por ejemplo, agua. Y, en tercer lugar pero no por ello menos importante, se requiere de energía y materias primas (gas natural, petróleo o carbón, por ejemplo) para la extracción, el transporte, distribución y manufacturación.
  • Generación de residuos. El sector de la construcción está a la cabeza de los ámbitos económicos que más residuos generan en sus distintos estadios: la propia obra, el transporte en la zona, el almacenaje, la manipulación, etc. El impacto relacionado con esta acción tiene que ver con vertidos incontrolados, vertederos autorizados en los que se lleva una gestión incorrecta, su transporte y la obtención de nuevas materias primas por no haber reutilizado y exprimido al máximo los residuos que acaban en el vertedero prematuramente. En definitiva, la clave para reducir al máximo la generación y emisión de residuos está en reutilizar y aprovechar materiales, así como la posibilidad de transformar los restos en diferentes formas de combustible para la producción de energía.
  • Transformación del medio. Es evidente que se da una transformación en la localización en la que se edifica un bien inmueble, lo que tiene un impacto en los componentes del medio. Con las emisiones que se emiten al aire (desde el aumento de partículas en suspensión hasta el aumento significativo de los niveles acústicos de un lugar) se puede alterar la estabilidad del medio y la salud de los seres vivos que habitan en él. También se producen vertidos al agua, especialmente cuando se proceden a tareas de limpieza por los vertidos de productos peligrosos en sanitarios, desagües y en el suelo. Y, sin duda, uno de los medios más vulnerables es el suelo, en el que se puede perder su capacidad de regeneración de vegetación tras el vertido descontrolado de combustibles, aguas de limpieza o productos peligrosos, entre otros.

Sin duda, para reducir este impacto es necesario un cambio de nuestra mentalidad y considerar los residuos como algo más que restos inservibles, sino como bienes que debemos darles una segunda vida, indispensables para la sostenibilidad y el logro de una economía circular. 

Por ello, en Desobras aportamos nuestro granito de arena para reducir todo el impacto que generamos sobre la naturaleza y ¡le damos una segunda vida a las sobras de tus obras! ¡Te animamos a que navegues por nuestra plataforma y descubras todas tus posibilidades!

¿Conoces todo lo que puedes encontrarte en Desobras y cómo darle una segunda vida?

No siempre sabemos qué enfoque dar o por dónde empezar cada vez que nos enfrentamos a una reforma, a un cambio de imagen de una estancia de nuestra casa o a una pequeña obra en nuestros hogares. Creemos firmemente que comenzar cualquier acción con la reutilización, reducción y reciclaje en el punto de mira es, en todo momento, un buen punto de partida. Por eso, hoy te hablamos sobre materiales que te puedes encontrar en Desobras y algunos de sus posibles usos. 

Somos un catálogo profesional de esas sobras de obras que estabas buscando. Con nosotros, aportas tu granito de arena a la lucha contra el despilfarro y a hacer un uso sostenible y responsable de los recursos de los que disponemos. 

Con nosotros puedes encontrar cientos de materiales, recursos y herramientas para tu casa que solemos dividirlas en múltiples secciones: techo, pared, suelo, elementos de fontanería y saneamiento, electricidad y domótica, iluminación, calefacción, climatización y ventilación, instalación de gas, instalaciones especiales, jardinería y riego, puertas y ventanas, seguridad y salud, maquinaria, equipamiento y decoración y gestión de residuos. ¡Hagamos un repaso por algunos materiales para demostrar que eres el más manitas de casa!

  1. Puertas antiguas. Las puertas antiguas de madera son un material recurrente en nuestro “almacén virtual”. Más allá del uso convencional que se les pueda dar después de una pequeña y sencilla restauración, también se nos pasa por la cabeza transformarlas en una mesa para un salón o darle una nueva vida como una estantería y tener un espacio acogedor donde colocar nuestras lecturas preferidas.
  1. Tejas. Las clásicas tejas árabes tienen más funcionalidad que la de formar parte del techo de nuestros hogares y que el agua de la lluvia se deslice por ellas. ¿Nunca has pensado en decorar alguna teja? Tal vez esta es la manualidad más recurrente, pero también se nos ocurre la posibilidad de crear un mural con plantas dentro de las tejas, utilizadas como macetas. O, tal vez, darle una vuelta de tuerca y transformarlas en un aplique para una bombilla o un portavelas… ¡Hay muchas posibilidades por explorar!
  1. Grifos clásicos o antiguos. Un grifo con un toque clásico podría quedar genial en una bañera en la que darse largos y relajantes baños, sí, ¡pero imagina transformarlo en un aplique de pared o una lámpara de mesa para tu habitación! Además, si te encuentras con más de un grifo y no sabes cómo aprovecharlos, te damos otra idea más: hazte con una tabla de madera, unos colgadores y combina los tres elementos a tu gusto hasta obtener una percha original y vintage de grifos.
  1. Hormigoneras, carretillas o… ¡incluso bañeras! Emplear estos materiales para su cometido original es una opción más que viable, pero si lo que deseas es darle un toque original a tu jardín puedes pintarla de las tonalidades que más te gusten (o dejarlo tal y como está) y transformarla en la explosión de colores que es una jardinera.
  1. Tuberías. Si tu salón o tu cocina se ven vacíos, es porque les falta un estante para tus vinos. Ponte manos a la obra, consigue tubos de distintos tamaños (lo suficientemente grandes para las botellas), córtalos, píntalos y edifica ese estante que tan bien quedará en casi cualquier estancia.

Como podemos ver, los materiales o herramientas tienen muchos usos más allá de aquellos para los que fueron creados. Si quieres marcar la diferencia, ¡ya sabes que en Desobras tienes una ventana abierta hacia la sostenibilidad y originalidad!

Día Mundial del Medio Ambiente: ¿qué podemos hacer para protegerlo?

El mes de junio ha sido, desde hace casi cincuenta años, una de las fechas señaladas para el medioambiente. Cada 5 de junio, desde 1974, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) trata de concienciar y crear presión política para abordar preocupaciones crecientes que afectan a nuestro planeta y su salud como son la reducción de la capa de ozono, la gestión de productos químicos, la desertificación o el calentamiento global, entre otros.

Bajo el lema “Reimagina, recrea, restaura”, el Día Mundial del Medio Ambiente de este año se centrará en la restauración de los ecosistemas, dando comienzo al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas, que tendrá como objetivo prevenir, detener y revertir el daño ocasionado en estos espacios. En definitiva, se pretende conseguir ecosistemas saludables para “mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad”, ya que son estos sistemas biológicos naturales los que nos garantizan un clima estable, aire respirable, suministro de agua, alimentos, materiales de todo tipo y protección ante desastres y enfermedades.

Con motivo de esta celebración, el PNUMA ha publicado el Manual de Restauración de los Ecosistemas, una guía práctica para sanar el planeta. La restauración de un ecosistema no es un esfuerzo que pueda asumir una sola persona o una sola entidad, sino que tiene que partir de una unión y compromiso global. Por ello, el documento expone tres puntos importantes por los que comenzar a construir este cambio mundial: tomar medidas, realizar elecciones inteligentes y alzar la voz.

Dentro del primer grupo, tomar medidas, tienen un papel fundamental las entidades políticas a nivel local, regional y nacional, ya que en sus manos está anunciar y llevar a cabo proyectos de restauración o cualquier otro tipo de iniciativa pública que sea beneficiosa para el cuidado y reparación del medioambiente. Asimismo, en manos privadas está la toma de otro tipo de medidas como la realización de un voluntariado (por ejemplo, la limpieza de ecosistemas como lagos, playas, parques u otras zonas naturales) o la creación de áreas verdes en hogares o empresas, entre otros.

Las elecciones inteligentes son la base para cualquier tipo de cambio. En lo tocante a nuestra relación con el planeta, más allá de realizar donaciones o brindar otro tipo de apoyo a iniciativas, es imprescindible que nos convirtamos en consumidores conscientes: debemos practicar el principio de las 3 R (reutilizar, reciclar y reducir), así como otras medidas favorables para la naturaleza, como dejar de adquirir productos y servicios que no están certificados como sostenibles, darle una segunda vida y aprovechar materiales existentes, tal y como hacemos en Desobras, o fomentar dietas y estilos de vida sostenibles, sustentados en materias primas y alimentos procedentes del ámbito local o regional.

Por último, pero no por ello menos importante, debemos alzar la voz, ya que ningún gran cambio se ha iniciado con las bocas de la ciudadanía cerradas. Unámonos a debates sobre el valor del medioambiente, promovamos campañas de concienciación y apoyemos todo tipo de iniciativas innovadoras que sean respetuosas y protegan al medioambiente. En definitiva, hagámonos oír para dar comienzo a la restauración, reparación y cuidado de la Tierra.

Tenemos el poder y conocimiento para vivir y consumir de un modo sostenible y responsable con la naturaleza. Entre todos, y poco a poco, lograremos detener y revertir el daño ocasionado sobre el medioambiente.

Para conocer más sobre la iniciativa de la ONU, puedes pinchar aquí: https://unenvironment.widen.net/s/fbjbmplrnb/ecosystem-restoration-playbook-spanishv3

¿Por qué el reciclaje es tan importante para el medioambiente?

Más de once millones de toneladas es la cantidad estimada de residuos sólidos que se generan cada año. Esta cifra no solo debería alarmarnos, sino también impulsarnos a mejorar el cuidado del medioambiente a través de las tres R (reducir, reciclar y reutilizar). Por ello y para concienciarnos, cada 17 de mayo, se celebra el Día Internacional del Reciclaje.

Esta fecha se señaló en el calendario por primera vez en 1994, pero no fue hasta el 2005 cuando la UNESCO proclamó el 17 de mayo como el Día Internacional del Reciclaje. La celebración tiene como objetivo concienciar sobre la necesidad de incluir el reciclaje en nuestro día a día y tratar los desechos de la manera adecuada para frenar los efectos del cambio climático y proteger al medioambiente mediante la reducción de nuestra huella de carbono.

Aunque debemos poner mucho de nuestra parte para frenar la generación de residuos y la contaminación, reciclar es un buen paso por el que comenzar a construir un mundo más sostenible. Tal y como afirman en la Global Recycling Foundation, animar a realizar este pequeño gesto, desde el ciudadano de a pie hasta las altas esferas políticas, es fundamental: “reciclar es un deber colectivo, crucial para el futuro del planeta. Nadie puede actuar de manera aislada y es imperativo llegar a la mayor población posible”. Por ello, hoy os presentamos algunas razones por las que reciclar en casa.

En primer lugar, tal como expone la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el reciclaje permite ahorrar recursos naturales de manera sustancial. Por ejemplo, se estima que por cada tonelada de papel reciclado, se pueden llegar a salvar 17 árboles y ahorrar un 50% de agua, lo que, a su vez, también ayudaría a evitar la deforestación.

Los envases que arrojamos a la basura, mediante el tratamiento adecuado en plantas especializadas, son el origen de nuevos productos. Es decir, reciclar crea recursos. Así, por ejemplo, una botella de plástico puede transformarse en el material para hacer una silla o una camiseta. Asimismo, es un ahorro importante de energía, ya que el proceso de fabricación de productos reciclados es más sencillo y, además, son más económicos y emiten menos gases de efecto invernadero.  De hecho, tal como recoge Ecoembes, por cada 6 latas o botellas de plástico que reciclamos, contrarrestamos la contaminación de 10 minutos de tubo de escape.

También en relación a la contaminación, reciclar en nuestros hogares desencadenaría en una menor cantidad de residuos en vertederos, lo que es una buena noticia por dos motivos. En primer lugar, porque habría menos desechos y, en segundo lugar, porque se generarían menos gases perjudiciales para nosotros y el medioambiente al incinerarlos.

Además, genera puestos de trabajo, los denominados “empleos verdes”. A finales de diciembre, había en España 46.210 trabajadores vinculados a la selección y recogida de envases de plástico, papel y cartón. Por otro lado, la Unión Europea estima que aumentar el porcentaje de reciclaje de residuos (alcanzando el 70%) podría generar medio millón de puestos de trabajo.

Aportando nuestro esfuerzo individual a una causa colectiva tan importante como es el cuidado de nuestro planeta, no solo estaremos más cerca de reducir la contaminación, sino también de lograr una economía circular y sostenible, en la que reducir, reutilizar y reciclar sean la base de todo sector económico.

Residuos de construcción y demolición: qué son y algunos datos para pensar

Para los profesionales que conforman el equipo de Desobras no es ningún secreto que la construcción es uno de los sectores económicos que más volumen de residuos genera. De hecho, se estima que es el responsable de la producción de más de una tonelada por habitante y año.

El sector de la construcción supera los 20 millones de toneladas de residuos, de los cuales, algo más de 30.000 toneladas corresponden a los catalogados como peligrosos, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2017). Si estos números no fuesen lo suficientemente significativos, el Ministerio para la Transición Ecológica indica, en su informe Prevención y gestión de residuos: Estudio preliminar de indicadores económicos, que los “residuos generados por las actividades de construcción y demolición, incluyendo la restauración de edificios, suponen más de una cuarta parte del total de residuos en Europa”.

El Ministerio para la Transición Ecológica define los residuos de construcción y demolición (RCD) como sustancias u objetos que se producen en:

  1. La construcción, rehabilitación, reparación, reforma o demolición de un bien inmueble (edificios, carreteras, puertos, aeropuertos, instalaciones deportivas o de ocio, etc.)
  2. La realización de trabajos que modifiquen la forma o sustancia del terreno o del subsuelo, tales como excavaciones, inyecciones, urbanizaciones o análogos.

Se estima que el 60-70% de estos RCD son materiales minerales como tierra, hormigón, ladrillo o cerámicos, seguidos de otros componentes como madera, metal, yesos o plástico, entre otros. De hecho, si estos residuos cuentan con la pureza suficiente y no están contaminados por sustancias peligrosas, se pueden (y se deberían) aprovechar para disminuir el consumo de otros recursos naturales. En general, se podrían clasificar en tres tipos: 

  1. Reutilizables. Es el caso de materiales como puertas, ventanas, chapas enteras, etc. Pueden utilizarse de nuevo tal y como se retiran de la obra (una vez realizados tratamientos simples de limpieza o recuperación) y con una prestación similar al original. 
  2. Reciclables en obra. Es el caso de hormigones, tejas o ladrillos, entre otros. Al procesarlos y añadirlos en otros procesos, se pueden utilizar de nuevo en la misma construcción.
  3. Reciclables fuera de obra. En este grupo se encajarían las maderas, plásticos o metales, elementos que por sus características pueden ser reutilizados en instalaciones específicas.

No podemos olvidarnos, que en las obras también se generan residuos peligrosos y altamente contaminantes que deben recogerse y enviarse a los gestores autorizados. Entre estas sustancias se puede mencionar algunas como:

  1. Las inflamables. Aditivos de hormigón, adhesivos, másticos y sellantes, entre otras.
  2. Las tóxicas. Adhesivos, másticos y sellantes, emulsiones alquitranadas, materiales a base de amianto, madera tratada con fungicidas o pesticidas, revestimientos ignífugos halogenados, equipos de PCB, etc.

Debemos recordar que, aunque es complicado no producir residuos en la construcción, desde dentro del propio sector, podemos ayudar a disminuirlos. Una mentalidad con las tres R (reciclar, reducir y reutilizar) como bandera es esencial: podemos tratar de reducir el consumo de ciertas materias primas y recursos, reutilizar materiales a través de iniciativas como nuestra plataforma, reciclar algunos residuos y tratar de enviar la mínima cantidad de residuos al vertedero, entre otras muchas iniciativas.

Reutilizar: la quintaesencia de Desobras

Desobras parte de una premisa fundamental: reutilizar, reciclar y reducir. Tanto para nuestro bolsillo como para el medio ambiente, son gestos sencillos y una manera de aportar nuestra parte en la lucha contra el cambio climático y también contra el desperdicio. Pero, ¿sabemos realmente todo lo que implican?

En primer lugar, no es lo mismo reciclar que reutilizar. Reutilizar es volver a utilizar un objeto o material, ya sea para el mismo fin que tenía en un principio o para uno nuevo. Reciclar implica que la pieza pase por un proceso o tratamiento que lo convertirá en una nueva materia prima. Por ejemplo, una caja de cartón o papel usado, pueden transformarse en material para libros o cuadernos. Aunque ambas traen beneficios y están dirigidos a un mismo objetivo: reducir el impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente.

Reutilizar es importante porque hace que la vida de un producto sea más larga, evitando la necesidad de reciclar y ahorrando energía, materiales y dinero en el proceso. También nos permite ahorrar recursos, ya que se requieren menos materias primas para la creación de nuevos elementos. En resumen, podemos dividir los beneficios de la reutilización en dos vertientes:

  1. Medio ambiente. En primer lugar, disminuye la generación de desechos. Y, además de ahorrar recursos naturales y en materias primas, reduce la contaminación de fuentes como el aire o agua que genera la producción de nuevos materiales y el uso de combustible, tanto en la fabricación como en el transporte del nuevo material.
  1. Economía. El combustible, el agua y otros materiales empleados en la manufacturación de nuevos productos no solo supone un coste ambiental, sino también económico. Con la reducción de su fabricación, también se reduce el coste. Además, también disminuye el coste del manejo de desechos. Y, en tercer lugar, el beneficio más perceptible para el ciudadano de a pie es el aporte a la economía doméstica, ya que reduce los gastos de comprar nuevos productos. 

Ropa, libros, electrodomésticos, juguetes… Siempre han sido algunos de los elementos más vendidos en tiendas de segunda mano, pero en Desobras hemos llevado la reutilización un paso más alla y ponemos a tu disposición restos de obras para que puedas darle una segunda vida en tu casa, pero también para dar rienda suelta a tu imaginación. ¿Por qué fabricar nuevos materiales si podemos aprovechar los que ya existen?

10 pasos básicos para ordenar el almacén

En muchas empresas pequeñas (y no tan pequeñas), especialmente del sector de la construcción, ordenar el almacén tiene más importancia de la que podría parecer en un principio. Un almacén desordenado tiene consecuencias económicas directas sobre la cuenta de resultados de la empresa, mayores de las que podrían parecer a primera vista:

  • Pérdidas de tiempo: Si tienes que revolver cosas para encontrar un producto, eso te va a suponer un tiempo extra que es totalmente improductivo y evitable. Y en las empresas, el tiempo es dinero.
  • Uso excesivo de espacio. Un almacén mal organizado suele ocupar mucho más espacio del realmente necesario. El espacio también cuesta dinero. Piensa que cada metro cuadrado construido tiene un coste, ya sea de alquiler o de amortización del coste de construcción, por lo que es necesario optimizar esos costes al máximo.
  • Productos obsoletos. En la inmensa mayoría de los almacenes hay, como mínimo, un 20% de productos que no vas a utilizar o vender nunca. Esos productos ocupan un espacio muy valioso y, en la práctica, el valor económico de esos productos es cero.
  • Sensación de abandono: Tanto tus trabajadores como tus clientes (si el almacén es visible para ellos) tendrán una pésima sensación de abandono que no ayudará en nada a la imagen de tu negocio.

Recuerda: Un almacén eficaz es un almacén organizado. Invertir tiempo en ordenar el almacén es ganar en eficiencia. Te contamos a continuación como hacerlo.

ordenar el almacén
Si tu almacén se parece a esto, tienes un problema mayor de lo que crees

Cómo ordenar el almacén y no morir en el intento.

Vamos a intentar aplicar algunas máximas de Marie Kondo, la gran gurú del almacenamiento en casa. Concretamente, aplicaremos dos de sus principios básicos:

  1. Es hora de deshacerte de lo que no te hace feliz. En este caso, lo que no te hace ganar dinero no te hace feliz.
  2. Tienes más espacio del que crees, sólo se trata de aprovecharlo bien.

Partiendo de estos principios, hemos elaborado una lista de 10 recomendaciones para ordenar el almacén:

  1. Utiliza siempre cajas, no tengas objetos sueltos. Te asombraría saber lo fácil que es mezclar objetos en un almacén cuando están sueltos. Aquellos productos que no vengan en cajas o que sean de pequeño tamaño puedes almacenarlos usando cajas de plástico o cartón duro que puedes reutilizar. Y dentro de esas cajas, cuanto más ordenados estén, mejor.
  2. Aprovecha toda la altura disponible. Si no dispones de sistemas de elevación, coloca los productos más pesados abajo y los más ligeros arriba, para facilitar su manipulación.
  3. Sigue un orden lógico. Divide el almacén en secciones y dentro de éstas en categorías de productos. Asigna un código numérico a cada producto y/o un código de barras o QR, así te será más fácil ordenar el almacén, localizar los productos rápidamente y dar altas y bajas de forma automática. Esto puedes hacerlo con un lector de código de barras conectado con tu sistema informático de gestión de almacén o incluso con un teléfono móvil y una aplicación de las muchas que existen en el mercado para leer códigos de barras o códigos QR. Recuerda que los códigos QR permiten almacenar y leer automáticamente información sobre cada producto, no sólo una secuencia de números.
  4. Etiqueta los estantes. Cada producto debe tener un sitio, y ese sitio debe estar etiquetado con su código correspondiente. Esto te permitirá tener un inventario permanentemente actualizado.
  5. Coloca los productos más utilizados en las cabeceras de los pasillos del almacén. Se trata de las zonas más accesibles, por lo que es más rápido llegar hasta ellas.
  6. Coloca los envases, cajas vacías, plásticos, etc, en contenedores específicos. Un almacén ordenado es un almacén limpio. Además de posibilitar su reciclaje, un entorno de trabajo limpio es un entorno más agradable para trabajar.
  7. Adopta todas las medidas de seguridad necesarias. La mayoría de productos tienen un límite en la cantidad de cajas que se pueden apilar. Del mismo modo, las estanterías deben estar diseñadas para ser firmes y seguras y estar correctamente ancladas al suelo, techo y paredes. El calzado de seguridad, delimitar espacios peatonales y de paso de carretillas (si es el caso) el uso de guantes de protección e incluso de casco si existe riesgo de que caigan productos desde arriba al manipularlos son precauciones necesarias para evitar accidentes. Del mismo modo debes señalizar específicamente aquellos productos cuya manipulación entrañe algún tipo de riesgo.
  8. Deshazte de los productos invendibles. Tener un porcentaje de productos (que usualmente pueden superar el 20%) almacenados y que no tienen demanda es perder dinero. Cada metro cuadrado o lineal de almacén cuesta dinero y debe generar la rentabilidad adecuada. Si un producto no se vende, tienes herramientas como DESOBRAS que te permitirán colocarlo fácilmente en el mercado, especialmente en el minorista, y liberar un espacio muerto en el almacén. Métetelo en la cabeza: Los productos que han superado con creces el periodo de rotación habitual NO se van a vender a tus clientes habituales, por lo que deberás buscar la forma de saldarlos o incluso de regalarlos (sí, has leído bien) para que el espacio que ocupan deje de costarte dinero y se convierta en productivo.
  9. Controla quién entra y sale del almacén. En un almacén bien gestionado sólo entran las personas encargadas de su gestión. Lo ideal es que haya un responsable de almacén que sea el encargado de la recepción y la expedición de productos, o de proporcionar al resto de trabajadores lo que precisen y demanden en cada momento. Si el pequeño tamaño de tu empresa no te lo permite, registra quién entra y sale, a qué hora y qué productos trae o se lleva del almacén. Esto te permitirá llevar la adecuada trazabilidad en caso de algún problema o de que algún producto desaparezca.
  10. Implica a tu personal. Si la organización del almacén no es cómoda, el personal tenderá a ignorarla. Una organización lógica también tiene que tener en cuenta la facilidad de acceso y manipulación de productos. Si decides ordenar el almacén, reúne a tu equipo y escucha sus ideas, seguro que hay alguna muy valiosa que puedes poner en práctica. Del mismo modo, debes implementar normas de higiene a la entrada y salida del almacén para evitar que, por ejemplo, un empleado con las manos manchadas manipule productos en el almacén.

Resumiendo: Ordenar el almacén equivale a sacarle partido y a deshacerse de lo que ya no es útil o rentable. Tener un artículo criando polvo en un estante porque te equivocaste al pedirlo no va a hacer que recuperes el dinero que invertiste en él. Tener un almacén sucio, poco iluminado y desordenado cuesta dinero y tiempo (o sea, también dinero, que los empleados no se pagan solos), además de ser terreno abonado para los accidentes. Una empresa bien organizada empieza por un almacén bien ordenado.