Residuos de construcción y demolición: qué son y algunos datos para pensar

Para los profesionales que conforman el equipo de Desobras no es ningún secreto que la construcción es uno de los sectores económicos que más volumen de residuos genera. De hecho, se estima que es el responsable de la producción de más de una tonelada por habitante y año.

El sector de la construcción supera los 20 millones de toneladas de residuos, de los cuales, algo más de 30.000 toneladas corresponden a los catalogados como peligrosos, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2017). Si estos números no fuesen lo suficientemente significativos, el Ministerio para la Transición Ecológica indica, en su informe Prevención y gestión de residuos: Estudio preliminar de indicadores económicos, que los “residuos generados por las actividades de construcción y demolición, incluyendo la restauración de edificios, suponen más de una cuarta parte del total de residuos en Europa”.

El Ministerio para la Transición Ecológica define los residuos de construcción y demolición (RCD) como sustancias u objetos que se producen en:

  1. La construcción, rehabilitación, reparación, reforma o demolición de un bien inmueble (edificios, carreteras, puertos, aeropuertos, instalaciones deportivas o de ocio, etc.)
  2. La realización de trabajos que modifiquen la forma o sustancia del terreno o del subsuelo, tales como excavaciones, inyecciones, urbanizaciones o análogos.

Se estima que el 60-70% de estos RCD son materiales minerales como tierra, hormigón, ladrillo o cerámicos, seguidos de otros componentes como madera, metal, yesos o plástico, entre otros. De hecho, si estos residuos cuentan con la pureza suficiente y no están contaminados por sustancias peligrosas, se pueden (y se deberían) aprovechar para disminuir el consumo de otros recursos naturales. En general, se podrían clasificar en tres tipos: 

  1. Reutilizables. Es el caso de materiales como puertas, ventanas, chapas enteras, etc. Pueden utilizarse de nuevo tal y como se retiran de la obra (una vez realizados tratamientos simples de limpieza o recuperación) y con una prestación similar al original. 
  2. Reciclables en obra. Es el caso de hormigones, tejas o ladrillos, entre otros. Al procesarlos y añadirlos en otros procesos, se pueden utilizar de nuevo en la misma construcción.
  3. Reciclables fuera de obra. En este grupo se encajarían las maderas, plásticos o metales, elementos que por sus características pueden ser reutilizados en instalaciones específicas.

No podemos olvidarnos, que en las obras también se generan residuos peligrosos y altamente contaminantes que deben recogerse y enviarse a los gestores autorizados. Entre estas sustancias se puede mencionar algunas como:

  1. Las inflamables. Aditivos de hormigón, adhesivos, másticos y sellantes, entre otras.
  2. Las tóxicas. Adhesivos, másticos y sellantes, emulsiones alquitranadas, materiales a base de amianto, madera tratada con fungicidas o pesticidas, revestimientos ignífugos halogenados, equipos de PCB, etc.

Debemos recordar que, aunque es complicado no producir residuos en la construcción, desde dentro del propio sector, podemos ayudar a disminuirlos. Una mentalidad con las tres R (reciclar, reducir y reutilizar) como bandera es esencial: podemos tratar de reducir el consumo de ciertas materias primas y recursos, reutilizar materiales a través de iniciativas como nuestra plataforma, reciclar algunos residuos y tratar de enviar la mínima cantidad de residuos al vertedero, entre otras muchas iniciativas.