¿Qué es la economía circular?

La economía circular es un modelo de producción y consumo que se rige por la filosofía de las “3R”(reciclar, reutilizar y reducir). Es también un sistema económico y social que busca aprovechar los recursos existentes y devolverlos al mercado de una nueva forma, es decir, su objetivo es reducir la producción de residuos y utilizarlos como recursos.  

Un reciente estudio de la EAE Business School (El problema del desperdicio de comida) ha revelado que los españoles acumulamos un 9% menos de basura que los demás países de la Unión Europea. Sin embargo, estas cifras no son ni mucho menos alentadoras: cada persona genera 442 kilos de residuos cada año. Estos datos son, en cierta medida, consecuencia de la economía lineal, esto es, el régimen que se fundamenta en el crecimiento económico permanente y el constante consumo, en el que no hay espacio para la reutilización de recursos ni aprovechamiento de los mismos.

A este último se apone el modelo circular. Es definido por la Fundación para la Economía Circular como “un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, materiales y recursos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos”. A lo que se añade que “se trata de implementar una economía circular -no lineal-, basada en el principio de ‘cerrar el ciclo de vida’ de los productos, servicios, residuos, materiales, agua y energía”. Para lograr este objetivo se establecen siete principios:

  1. Rediseño o ecodiseño. El impacto de la creación de un producto comienza en el propio momento de su concepción. Por ello, se debe valorar los materiales que lo componen desde su diseño y así orientarlo hacia la sostenibilidad y responsabilidad medioambiental.
  2. Reducir. Es lógico que, para disminuir la cantidad de residuos que se generan al año, tratemos de reducir el consumo de ciertos materiales o bienes, lo que a su vez es beneficioso para el medio ambiente por suponer un menor gasto de materias primas y energías renovables.
  3. Reutilizar. Es otro de los pilares de una economía orientada a utilizar eficazmente sus recursos. Bien sea el residuo completo o bien algunas de sus partes, darle una nueva vida ayuda a reducir el desperdicio.
  4. Reciclar. Ya es una base sólida en nuestra sociedad, pero se debe potenciar más el aprovechamiento de los diferentes materiales que se encuentran en los residuos. La tarea que se nos encomienda es sencilla: basta con depositar cada residuo en su contenedor correspondiente.
  5. Reparar. Cuando un producto se estropea, tendemos a reponerlo. Sin embargo, la economía circular defiende la reparación de estos para reducir el desperdicio y contaminación. Además, en muchas ocasiones, le saldrá más beneficioso a nuestros bolsillos que comprar un producto nuevo.
  6. Revalorización. Por ejemplo, dándole un segundo uso a un producto o aprovechando energeticamente aquellos recursos que no se pueden reciclar.
  7. Funcionalidad. Ser funcional en el modelo de producción y consumo circular se refiere a saber primar el uso frente a la posesión o la venta de un servicio frente a un bien.

Si bien hasta el momento hemos hablado de los fundamentos de este modo económico y de vida, ahora es el turno de saber algo más sobre sus beneficios. Entre ellos se podría mencionar una reducción del impacto medioambiental puesto que significa una reducción de la extracción de materias primas y uso de recursos energéticos como son los combustibles fósiles. Asimismo, fomenta la innovación y crecimiento económico, ya que los nuevos modelos de negocio y tecnologías favorecerán la innovación y crearán más valor económico de los recursos naturales. Por último, pero no menos importante, aumentará el consumo sostenible y ofrecerá nuevas oportunidades de trabajo.

Una de las siete iniciativas emblemáticas que forman parte de la estretegia Europa 2020 es “alcanzar una Europa que utilice eficazmente los recursos” y asumir un modelo económico circular es un pequeño escalón de la gran pirámide que representa. 

Tal y como defiende la Fundación para la Economía Circular, los residuos de unos se convierten en recursos para otros. Es así que mediante la plataforma de Desobras queremos facilitar esta “transacción” y favorecer la economía circular mediante la compra y venta de sobrantes de obra, materiales de derribo y stock de almacenes y fábricas de diferentes materiales.

La economía circular en el sector de la construcción

Una de las grandes preocupaciones sociales, que además va a más, es la relativa a la sostenibilidad de las actividades económicas. De ahí que en los últimos tiempos se esté hablando cada vez más de economía circular como un modelo de desarrollo sostenible, prácticamente el único que puede ser viable a medio plazo.

La economía circular no es más que convertir lo que ahora es un sistema abierto, en un proceso que comienza con la extracción de materias primas y que acaba al final en un vertedero (ambas cosas con un elevado impacto ambiental), en un bucle cerrado.

Aunque el concepto de “bucle cerrado” es prácticamente utópico (siempre habrá mermas o productos irrecuperables) sí que podemos hacer todo lo posible por minimizar la enorme cantidad de materiales que desperdiciamos. Y la forma de hacerlo es convertirlos en nuevas materias primas. Así, no sólo hablamos de dar una segunda vida a lo que en principio serían desechos, sino que vamos un paso más allá. Lo que plantea la economía circular es que los materiales estén en un ciclo continuo de reutilización.

Nuestro planeta es finito, nuestros recursos no son ilimitados y tenemos un serio problema con el calentamiento global. Reducir las emisiones de CO2 es una prioridad insoslayable que no sólo puede ser afrontado por las administraciones, sino que también debe ser un esfuerzo colectivo. La economía circular es tremendamente más eficiente en términos de emisiones contaminantes, reduciendo drásticamente la huella de carbono.

¿Qué podemos hacer para fomentar la economía circular en la construcción?

En primer lugar, aplicar el principio básico de las tres “R”: Reducir, reutilizar y reciclar. Por ese orden ya que, en términos económicos, de consumo de energía y de emisiones contaminantes, van de menos a más. La economía circular consiste, como ya dijimos, en convertir un ciclo abierto en uno cerrado.

Reducir: La normativa constructiva y la tecnología ha avanzado mucho en materia de reducción del consumo energético de las viviendas y edificios en general. Además de la energía, hoy podemos hacer más cosas consumiendo menos materiales, menos agua y siendo más respetuosos con el entorno en el que vivimos. Este es el origen de la economía circular: si se consume menos, hay menos explotación de recursos.

Reutilizar: Esta es la razón de ser de DESOBRAS. Por un lado, aprovechar los materiales sobrantes de la construcción para que no queden olvidados en un almacén o, peor aún, acaben en un vertedero. Partimos de la base de que lo que les sobra a unos puede ser muy útil para otros. Todo es cuestión de gustos y necesidades. Lo que para alguien puede ser obsoleto, para otras personas puede ser “vintage” y supermoderno.

La reutilización va más allá del mero aprovechamiento de los sobrantes de obra para las finalidades a las que estaban destinados originalmente. El límite es la creatividad y la imaginación. Los azulejos se pueden convertir en posavasos. Los ladrillos y madera pueden servir para fabricar muebles. Una ventana puede convertirse en una puerta, y una puerta en una mesa. Todos los materiales de construcción tienen valor si se les da una nueva vida, además de permitirnos ahorrar dinero en decoración o mobiliario.

Incluso los escombros tienen valor, ya que pueden servir para realizar rellenos o como base para pavimentar, entre otras muchas cosas.

Reciclar: El reciclaje es un proceso en el que se utilizan materiales de desecho para convertirlos en materiales distintos. En el caso de la construcción, ya se están utilizando los plásticos, los neumáticos y otros muchos materiales que eran considerados basura (y por tanto, un problema) como materias primas para crear nuevos materiales de construcción. Por ejemplo, nuevos tipos de hormigón con propiedades revolucionarias se fabrican incorporando restos de fibra de vidrio que permite el paso parcial de la luz sin perder resistencia, al igual que los escombros triturados pueden sustituir a determinados tipos de áridos o usarse como capa base en carreteras y pavimentos. Los países nórdicos, los más avanzados del mundo en este tema, ya se han dado cuenta del valor de todo lo que se desecha y no sólo reciclan prácticamente el 100% de sus residuos, sino que incluso importan basura de otros países para usarla como materia prima.

Estamos en una época de transición hacia una economía baja en carbono, más limpia y más sostenible. Aunque no lo hayamos descubierto por gusto sino por necesidad, el futuro pasa necesariamente por la economía circular así que ¿por qué no empezar ya?

Empresa beneficiaria del Plan de Empleo Local de la Diputación de A Coruña: PEL Emprende inversión 2018