El mes de junio ha sido, desde hace casi cincuenta años, una de las fechas señaladas para el medioambiente. Cada 5 de junio, desde 1974, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) trata de concienciar y crear presión política para abordar preocupaciones crecientes que afectan a nuestro planeta y su salud como son la reducción de la capa de ozono, la gestión de productos químicos, la desertificación o el calentamiento global, entre otros.
Bajo el lema “Reimagina, recrea, restaura”, el Día Mundial del Medio Ambiente de este año se centrará en la restauración de los ecosistemas, dando comienzo al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas, que tendrá como objetivo prevenir, detener y revertir el daño ocasionado en estos espacios. En definitiva, se pretende conseguir ecosistemas saludables para “mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad”, ya que son estos sistemas biológicos naturales los que nos garantizan un clima estable, aire respirable, suministro de agua, alimentos, materiales de todo tipo y protección ante desastres y enfermedades.
Con motivo de esta celebración, el PNUMA ha publicado el Manual de Restauración de los Ecosistemas, una guía práctica para sanar el planeta. La restauración de un ecosistema no es un esfuerzo que pueda asumir una sola persona o una sola entidad, sino que tiene que partir de una unión y compromiso global. Por ello, el documento expone tres puntos importantes por los que comenzar a construir este cambio mundial: tomar medidas, realizar elecciones inteligentes y alzar la voz.
Dentro del primer grupo, tomar medidas, tienen un papel fundamental las entidades políticas a nivel local, regional y nacional, ya que en sus manos está anunciar y llevar a cabo proyectos de restauración o cualquier otro tipo de iniciativa pública que sea beneficiosa para el cuidado y reparación del medioambiente. Asimismo, en manos privadas está la toma de otro tipo de medidas como la realización de un voluntariado (por ejemplo, la limpieza de ecosistemas como lagos, playas, parques u otras zonas naturales) o la creación de áreas verdes en hogares o empresas, entre otros.
Las elecciones inteligentes son la base para cualquier tipo de cambio. En lo tocante a nuestra relación con el planeta, más allá de realizar donaciones o brindar otro tipo de apoyo a iniciativas, es imprescindible que nos convirtamos en consumidores conscientes: debemos practicar el principio de las 3 R (reutilizar, reciclar y reducir), así como otras medidas favorables para la naturaleza, como dejar de adquirir productos y servicios que no están certificados como sostenibles, darle una segunda vida y aprovechar materiales existentes, tal y como hacemos en Desobras, o fomentar dietas y estilos de vida sostenibles, sustentados en materias primas y alimentos procedentes del ámbito local o regional.
Por último, pero no por ello menos importante, debemos alzar la voz, ya que ningún gran cambio se ha iniciado con las bocas de la ciudadanía cerradas. Unámonos a debates sobre el valor del medioambiente, promovamos campañas de concienciación y apoyemos todo tipo de iniciativas innovadoras que sean respetuosas y protegan al medioambiente. En definitiva, hagámonos oír para dar comienzo a la restauración, reparación y cuidado de la Tierra.
Tenemos el poder y conocimiento para vivir y consumir de un modo sostenible y responsable con la naturaleza. Entre todos, y poco a poco, lograremos detener y revertir el daño ocasionado sobre el medioambiente.
Para conocer más sobre la iniciativa de la ONU, puedes pinchar aquí: https://unenvironment.widen.net/s/fbjbmplrnb/ecosystem-restoration-playbook-spanishv3